martes, 18 de diciembre de 2018

Capítulo 4




Capítulo 4



La vuelta de Luboa


Nunca me había parado a pensar en qué es querer a alguien. Muchas personas piensan que quieren a alguien cuando les gusta estar con esa persona, o cuando sabe todos tus secretos. Pero sinceramente yo creo que querer a alguien es preocuparte por él, ansiar su felicidad tanto o incluso más que la tuya.

Esto es lo que me pasa con Ash, mi querido, no tanto en este momento, hermano mellizo. Estoy preocupada, angustiada diría yo, hace dos días que no hablamos. Después de ayudar a Meredith con su trabajo de geografía y quitarle el collar con la copia de la llave del Tesoro Real que se había encontrado misteriosamente esa mañana debajo de su almohada, decidí darme un baño e  irme a dormir. Al día siguiente no recibí ninguna llamada de nadie, ni un sólo mensaje. Pensé que se le habría olvidado, así que no le dí importancia. La preocupación real llegó al día siguiente cuando no me llamó, ni siquiera contestó a ninguna de mis llamadas. De verdad que tengo miedo. Nunca había estado tanto tiempo sin hablar con mi hermano y sinceramente lo echo de menos.

Al ver que Ash no respondía llamé a papá. Él también estaba sin cobertura o tenía apagado el móvil. Esto no sé si me tranquiliza o me angustia más.

Supuestamente hoy llegaban de Luboa, por lo que entendí el día que se fueron. Mi plan era darles una gran bienvenida, pero ahora es lo que menos me apetece. Estoy enfadada preocupada, angustiada, agobiada y profundamente confundida. No entiendo nada, no entiendo por qué me han ocultado el motivo de este viaje, por qué no me han contestado y sobretodo no entiendo que he hecho para que mi hermano no confíe en mí lo suficiente para contarme todo desde un principio.

Con todo esto pasando por mi cabeza a velocidad incalculable, decido bajar al salón para despejarme y pasar tiempo con mi madre y mis hermanos pequeños. Al llegar me doy cuenta de que mi hermano Nate está leyendo un cuento al revés. Me tomo un segundo para pensar en si decirle o no, finalmente me decanto por la segunda opción y decido entablar conversación con mi madre.

—Hola mamá, —saludo— Ash y papá no me contestan a las llamadas.

—Hoy vuelven hija, no te preocupes.

Definitivamente esto es más extraño de lo que creía. Conozco a mi madre, debería de estar llamando a mi padre desesperada. Debería estar preocupada, enojada, llorando, echando fuego por la boca... Habría incluso enviado a alguien a Luboa para cerciorarse de que están bien. Esto es definitivamente más extraño de lo que creía.

—Mamá, ¿te encuentras bien? —tardo un segundo en darme cuenta de lo que acabo de decir.
En ese momento todas las miradas de la sala se posan en mí, mi hermana Mer me mira como si hubiese cometido un delito y estuviera a punto de ir la cárcel. Por el contrario el rostro de mi hermano refleja expectación y un destello de diversión se posa en su mirada.
—Claro que sí hija, ¿por qué lo preguntas?

Todos nos quedamos ojipláticos.

—Vale, esto si que es extraño. —mi madre me mira con confusión. —¿No vas a darme ningún sermón sobre modales? —niega con la cabeza. —¿Ni siquiera me vas a recriminar por el tono que he utilizado al preguntarte? —niega de nuevo, esta vez sin tanta efusividad.

—Vaya, si que debe de ser gordo el cargo de conciencia por no contarte el secreto. —interviene mi hermana, pero inmediatamente se calla al notar la mirada penetrante de mi madre.
Abro la boca para contestar, pero en ese momento me veo interrumpida por el sonido de la puerta principal.

—¡Hola familia, ya hemos vuelto! —grita mi padre desde la puerta.
A pesar de que me muero por ver a mi hermano mellizo, me contengo. Estoy enfada, me lo recuerdo mentalmente en el intento de frenar mis ganas de salir corriendo. Lo consigo.

—Salvada por la puerta. —dice Nate en un susurro casi inaudible con su mirada puesta en mamá.

—Bueno, ese cargo de conciencia está a punto de soltarse. —dice Lara, mi madre, en un tono misterioso.
En ese momento entran en el salón los recién llegados. Me dispongo a hablar pero de nuevo soy interrumpida, esta vez por la voz de Ash.

—Antes de que me grites, —dice anticipándose a mis acciones— por favor escucha lo que tengo que decirte.

—Hija, —habla mi padre ahora— hay una explicación razonable para todo esto, no te precipites.

—Esto es cosa de toda la familia Joel, —le inquiere mi madre— ya hemos guardado este secreto por mucho tiempo.
Mi padre asiente con complicidad, en ese momento se crea un silencio incómodo que dura apenas unos segundos.

—Pero primero, vamos a sentarnos, —sugiere mi madre— que esto es denso.

—¿Estás listo hijo? —le pregunta mi padre a Ash.
Conozco perfectamente a mi hermano, su rostro refleja seguridad, pero tiene la mirada perdida, está intentando no mirarnos directamente. Tiene miedo, pero no sé de qué.

—Sí, tienen que saberlo. —responde finalmente.
Aún no ha empezado, pero siento que estos próximos cinco minutos van a cambiar el resto de mi vida.


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