viernes, 25 de enero de 2019

Capítulo 7


Desconcertada


Desorientada, asustada, confundida, agobiada, así me sentía en ese momento. De lo único de lo que estaba segura era de que eran las tres y dieciocho de la tarde, ya que eso marcaba el reloj encima de mi mesita de noche. Lo demás eran todo incógnitas.
Oí un gritito proveniente del suelo, me dirigí a la esquina de la cama, miré hacia abajo y encontré a mi hermano Nate en posición fetal agarrándose con fuerza el hombro derecho. Entonces recordé el estruendoso golpe que me había despertado, mire a mi hermano y entonces asumí que él había sido el causante del fuerte golpe.

—Nate, —decidí preguntarle— ¿Me explicas por qué has entrado así en mi habitación?
 —El… La… —dice casi en un susurro. Se había pegado un buen golpe.
 —Déjalo Nate, señala dónde te duele.

 Primero se llevó la mano contraria del hombro herido a la cabeza, al hombro derecho y por último a la cadera. Lo recogí tratando de no tocar los puntos en donde decía que se había hecho daño y lo cargue a horcajadas hasta el salón de la familia real, situado en el piso de abajo.

 —Kath… —volvió a hablar él —ha llegado, la carta…. Lo mire con confusión, de repente, todo encajó. Lo dejé con cuidado en el sofá, le di las gracias y salí corriendo al cuarto de mis padres, siempre nos reunimos ahí para las cosas de familia. Después de noventa y tres escalones, varios tropiezos y dos paradas para coger aire llegué casi sin respiración al cuarto de mis queridos padres situado en la tercera planta. Toque la puerta, esperando esta vez a que me dieran paso.

 —¡Al fin!, pasa KathKath. —me indica mi hermano llamándome por mi apodo que él me puso cuando éramos niños. Abrí la puerta y con una sonrisa en la cara entré al cuarto de Lara y Joel. Mis padres.

 —Hija, has dormido mucho, —empieza mi padre —¿estás lista?

 —No estoy lista —contesto con la mayor sinceridad del mundo— pero es necesario hacer esto, y quiero que sepas —digo en dirección a Ash— que pase lo que pase, decidas lo que decidas, sabes que siempre te apoyaré, somos mellizos y, aunque me duela, eso nunca va a cambiar.
Mi hermano se ríe y me abre los brazos invitándome a que le dé un abrazo, no lo dudo y lo abrazo. Tras unos segundos nos separamos y mi madre me indica el sobre, yo la miro extrañada.

—Tu hermano quiere que seas tú la que abra los resultados. Me sorprendo y miro a mi hermano para ver su aprobación, él me hace una seña para que lo haga. Me fijo en que no está nervioso, me extraña, pero supongo que no le asustara el hecho de que no lo seleccionen. Cojo el sobre, lo abro, meto la mano para sacar el papel con los resultados pero entonces, por segunda vez hoy, un golpe me sobresalta, ¿de verdad que todo el mundo me va a interrumpir hoy?

—Me duele que no nos hayáis esperado.—Entra gritado sin previo aviso Mer, le sigue por atrás mi hermano Nate con un cabestrillo y una venda en la cabeza. Se ve todavía muy dolorido pero su sonrisa me muestra lo contrario.

—Bueno, no falta nadie ¿verdad? —dice mi madre en un tono que expresa molestia e impaciencia. Me vuelvo a centrar, meto la mano en el sobre. El papel es grueso y, por el tacto, caro. Es como los que se utilizan en palacio para los documentos de Estado. Saco el preciado papel y lo desdoblo. Lo único que veo tras abrir el documento son cientos de palabras, todas escritas en negro. Busco una destacada, subrayada o marcada diferente. Entonces levanto un segundo la vista, toda mi familia está expectante. Mi hermana se muerde las uñas, Nate está relativamente quieto, mis padres están cogidos de las manos ansiosos por mi respuesta, el único tranquilo es Ash, cosa que me extraña, pero no estoy segura de que no sea una fachada. Devuelvo la vista al documento, me percato de que estoy temblando. Continúo buscando una palabra destacada.
—Ha entrado… Ha entrado. —digo casi en un susurro.

sábado, 19 de enero de 2019

Capítulo 6 Una larga noche

Una larga noche



El atardecer. Ese precioso momento en el que el Sol y la Luna se encuentran en el cielo. Ese momento en el que decenas de colores se funden, todos en perfecta armonía. El atardecer, ese momento que nos enseña que toda la luz en algún momento tiene que acabarse, tiene que esconderse para dar lugar a una oscuridad matizada por la luna. En este momento, mi vida, se sentía como en un atardecer.

Llevaba más de tres horas sentada en ese sofá, asimilando todo e intentando dar un sentido, aunque fuera un poco lógico, a todo esto. No me moví del sofá en todo ese tiempo. Estaba en shock, y lo sigo estando.

Salgo de mi mar de pensamientos con teorías infundadas al escuchar tres leves toquecitos en la puerta, seguidamente se oye al otro lado la voz de Mer:

—Kath, llevas ahí metida mucho tiempo,—dice intentando camuflar su preocupación, al ver que no recibe una respuesta continúa— ¿puedo pasar y hablamos un rato?
Me lo pienso unos segundos. Seguramente si la dejo entrar rompería a llorar o incluso diría cosas de las que luego me arrepentiría. Dispuesta a decirle que no, abro la boca, pero un recuerdo pasa por mi mente. El día en el que murió mi abuela Sunshine. Era una mujer humilde y bondadosa. De ella aprendí demasiadas cosas, pero no fue sino segundos antes de su muerte cuando me daría la mayor lección de mi vida.

—Hija,—empezó agonizando mi pobre abuela— quiero que recuerdes esto siempre.—asentí, dando a entender que le estaba prestando atención— Nunca rechaces a la gente que te quiera prestar su ayuda en momentos críticos. No le des la espalda a gente que te está dando la mano con la mejor intención. No permitas que tu orgullo te domine y que te encierre en ti misma. Eso solo hará que en tu corazón solo habite el odio y rencor. Tienes que llevar la humildad como bandera, ser ejemplo de ella. Porque la humildad no es ser pobre, la humildad no te la da el sitio del que vienes. La humildad es saber que todos tenemos los mismos derechos y que todos tenemos dignidad. La humildad es no hacer distinciones ni clasificar a las personas por su raza, sexo, lugar del que provienen, religión o creencia. La humildad es saber que tú eres igual al panadero, o que el panadero es igual a ti. La única diferencia es que tu deber es hacer que prime esa humildad. Y recuerda, no dejes que nada te envenene, tú vales más que eso.
— Y con esto expiró.

Me sequé una pequeña lágrima traicionera, respire hondo y le dije a mi hermana que pasase. Ella entra sorprendida por mi respuesta y se sienta al lado mío con las piernas cruzadas.

—Pensaba que no me ibas a dejar entrar—dice para empezar a entablar conversación— no tienes que preocuparte. Todo va a estar bien.

—No me preocupa si vaya a estar bien o no, —mentí, la verdad es que me aterraba que Ash fuese a ese sitio, pero no iba a admitirlo en voz alta, no ahora que estaba enfadada con él— estoy dolida porque me han mentido, nos han mentido,— rectifico después de un segundo— todo este tiempo sabían que el libro existía, sabían que la magia existía, y no nos han dicho nada. ¿No se supone que voy a ser la futura reina? ¿No se supone que debo conocer todos los peligros que puedan amenazar la paz en Cumbia? Y no solo eso,— digo dispuesta a admitir lo que más me duele en voz alta— Ash, nuestro hermano, mi hermano mellizo, nos ha ocultado todo este tiempo que quería estudiar magia, que su sueño es irse a la mejor academia de alquimia del mundo y convertirse en mago. Eso es lo que más me duele, que mi hermano me haya ocultado todo esto. Pensaba que éramos uno. —finalizo secándome otra lágrima traicionera.
Mi hermana al verme tan deshecha no lo duda ni un segundo y me abraza. Puede sonar idiota pero ese abrazo es lo único que había necesitado todas estas horas. Tras unos segundos se despega de mi pero no del todo, me mira pensando cuidadosamente qué decir pues sabe perfectamente que soy un poco irascible.

—Hermana, sabes que papá y mamá nos lo ocultaron para protegernos. La magia negra parece muy oscura. Ellos quieren lo mejor para ti. Lo sabes de sobra.

—Lo sé Meredith, pero creo que prefiero la verdad a estar expuesta al peligro de la hechicería. A parte, el intento de protegernos no ha servido de mucho, Ash está a punto de meterse de lleno en este mundo y aunque desconocemos todavía muchas cosas sabemos de sobra lo peligroso que es.

—Todos sabemos el peligro que corre Ashton. Él más que nadie. Pero está completamente convencido de que ha encontrado su lugar en la tierra en esa academia. Y no podemos hacer nada para que cambie de opinión.— me dijo mi hermana en tono neutro, parecía despreocupada pero sabía de sobra que solo estaba intentando controlarse para que yo no me pusiera más nerviosa.— Tenemos que aceptarlo, y ya está. Además, no sabemos si le han aceptado o no. Mamá me ha dicho antes que las posibilidades de entrar son mínimas. Es una de las academias de magia más exigentes. Es la mejor de todas, aunque, sabiendo que solo hay cuatro, tampoco es tan difícil.— dice con picardía. No nos queda otra. Yo me limito a reír. Después de unos segundos en silencio decido hablar.

—Gracias Mer, tienes razón. No nos queda otra que esperar los resultados y apoyar a Ash.

—Deberías irte a dormir. Mañana será un día largo y las reinas siempre tienen que estar a tope.— me dice levantándose y tendiéndome la mano para que me levante. Yo la acepto, me levanto y caminamos juntas en silencio hasta mi cuarto. Nos despedimos casi en un susurro y entró en mi habitación.
Me pongo el pijama, me lavo los dientes y me meto en la cama. Vuelvo a pensar en todo lo sucedido, me levanto, voy al baño, doy vueltas, me tapo con la colcha, me destapo… Pienso y pienso sin ningún resultado. Hasta que decido cerrar los ojos. No sé cuánto tiempo pasa, tampoco si he dormido mucho, pero me despierto por un fuerte golpe en mi puerta. Estoy confusa, miro el reloj y… ¿De verdad son las tres de la tarde?

viernes, 11 de enero de 2019

Concurso de microrrelatos

Desde el Maker de Creatividad Literaria, vamos a participar en este concurso. Está dirigido a alumnos de 4º de ESO y Bachillerato, así que a partir de febrero iremos viendo las claves para realizar un microrrelato exitosamente.

Bases del concurso1. Podrán concurrir a este certamen los estudiantes de 4º de ESO y de 1º y 2º de Bachillerato que estén matriculados en un centro de la Comunidad Autónoma de Madrid.
2. Solo se podrá presentar un texto por participante. El microrrelato ha de estar escrito en castellano y ser original (no premiado y no publicado con anterioridad en ningún otro medio).
3. El microrrelato debe girar en torno al uso creativo de los signos ortográficos. Imagina y cuenta las historias que suceden en el planeta de los signos: las aventuras de esos tres amigos inseparables, los puntos suspensivos; la tormenta de tildes; el amor entre el punto y la coma; la fiesta de las comillas... Hay miles de relatos posibles o imposibles. ¡Estamos deseando leerlos!
4. Los microrrelatos no podrán exceder las 20 líneas mecanografiadas a doble espacio en Times New Roman 12.


LINK A LA PÁGINA DE LOS ORGANIZADORES DEL CONCURSO 

viernes, 4 de enero de 2019

Desbloquear la escritura

Ejercicio de desbloqueo

Se trata de escribir cosas que no me gustan y cosas que sí me gustan. Podemos hacerlo desde un punto de vista de primera persona o no y esto servirá para creación de personajes.

A modo de ejemplo he escrito en primera persona, pensando en un personaje hipotético, lo siguiente:


Quince (o más) cosas que no me gustan:
No me gustan las patatas fritas congeladas, los bares con olor a lejía, no me gusta correr por la calle, detesto los apretones de manos blandengues, oír el fútbol en la radio los domingos por la tarde, me molesta ver un piercing en la nariz, no soporto el tratamiento de señor más el nombre ni que los que se supone que tienen que hablar correctamente no lo hagan, locutores o profesores, por ejemplo. Me horrorizan las faltas de ortografía en los carteles que se pueden ver por la calle y aún más en los periódicos y revistas, me asquean los programas de televisión con personas soeces increpándose, me parecen deleznables ciertos juegos violentos de las consolas, como la Play Stations. Me avergüenzan las corridas de toros, no soporto a los borrachos ni a los ligones de discoteca o playa, aborrezco a los violentos y a los abusones. Denigro a los listos que se van colando en los atascos.

Más de quince cosas que me gustan:

Me gusta la  buena música, clásica o moderna, ópera o jazz. Me encantan los macarrones con tomate al horno, todos los quesos, el zumo de pomelo Granini, la filosofía y la buena literatura. Adoro a la gente que piensa filosóficamente y a la gente sencilla y alegre. Quiero a los niños que sonríen, a los tímidos y a los extrovertidos, a los traviesos y a los tranquilos. Estimo a los que aman a los animales (pero no que les den de comer en la mesa con cucharita, ¡a esos no!) Amo el cine, sobre todo el de Ciencia Ficción, el romántico, la comedia, el francés y el español, el de pensar y el de entretenimiento. Tocar la guitarra, la fotografía y el  arte, el ajedrez, escribir relatos, la poesía… todo esto me gusta. Y qué decir de las conversaciones interesantes, bromear con los amigos y amigas, y abrazarlos y abrazarlas (aunque esto no lo hago mucho, creo que es algo muy gratificante). En política me gustó conocer al tribuno de la plebe, los reyes que se preocupaban por su pueblo, los partisanos franceses, en fin, las buenas personas. En religión también me gustaron las buenas personas, Jesús y Buda, Lao Tsé y Confucio.
Esto puede ser suficiente para definir mi personaje, visto en primera persona, habría que añadir otras visiones, que podrían venir de otros personajes, si quisiera hacer una biografía. Pero puede valer por ahora como carta de presentación. Podríamos decir: «a Lucía no le gustaba la música. Ni siquiera la de OT, que oían todas sus amigas. Tampoco podía soportar las naranjas. ¿no os parece rara?».

Llevo unas 422 palabras y poca acción hay en este relato. Lo que podemos ver es lo que cuenta el narrador (yo que estoy escribiendo). Claro, el que lo lea puede sentirse ya un poco aburrido. Puede estar pensando, «cállate pesado y déjame ver a esa persona de la que estás hablando». Esta es la diferencia entre ver y mostrar. Lo ideal es que veáis al personaje no que os lo cuente el narrador. Pero eso quedará para otro día. Ahora voy a ver si pongo a cocer unas alcachofas.