martes, 31 de marzo de 2020

Cuarentena COVID-19

Nuestra creatividad no puede estar parada. Paradójicamente, parece que los alumnos tienen más agobio ahora que en las clases. Tenemos que seguir explorando nuestra creatividad. Si amas la literatura, amas la escritura de verdad, no te pongas excusas. Este esfuerzo intelectual es similar a físico, cuesta ponerse y dedicarle un tiempo al día, pero cuando lo haces las endorfinas te gratifican enormemente. ¡Pongamos nuestro cerebro a hacer gimnasia!

Os propongo a todos que elaboréis una RELATO

Año 2100

Se han desclasificado todos los documentos secretos en el mundo.
¿Cómo es el mundo en este año?
¿Cuánta gente vive?
¿Que pasó con el Covid-19?
¿existe algún tipo de control de la población en el 2100?

Aquí publico algunas entradas en este periodo de cuarentena:



Omisión a la amenaza

Sentí un escalofrío al llegar. No estaba acostumbrada a entierros. El último al que fui fue al de mamá. Me acuerdo de que ese día hacía mucho calor y todo el mundo sudaba debajo de los trajes negros y oscuros. Sin embargo hoy, cuando me acerqué donde iban a enterrar a papá hacía un frío terrible.
Cuando llegó el momento de adjudicar la herencia, me sorprendió saber que me había dejado la casa familiar. Pensé en sacarle provecho, así que me mudé allí.

Todo estaba tal como lo recordaba, por lo que no se me hizo difícil acostumbrarme a mi vida allí. Me levantaba, limpiaba la casa, me iba a trabajar y al volver leía un poco alguna novela francesa. Era una vida cómoda y placentera.

Una mañana estaba terminando de barrer el pasillo. Solo me quedaba por limpiar el vestíbulo. La puerta que daba al jardín estaba cerrada. Algo raro, ya que recordaba haberla dejado abierta. Al girar la manilla no se abría. Repetí el movimiento, pero nada. No había forma. Como iba a llegar tarde al trabajo, decidí no darle importancia.

La situación fue empeorando. Cada mañana al despertar me encontraba otra puerta cerrada. Era espeluznante. Al cabo de una semana solo quedaba abierta mi habitación, el despacho y el pequeño cuarto de baño de la buhardilla.

Una mañana me desperté y me sobresalté al ver que la puerta estaba cerrada. Me acerqué hasta allá y no se podía abrir. Solo pude oír unos susurros al otro lado. Alguien había tomado la casa y por culpa de mi ignorancia estaba encerrada yo sabía que en algún momento no quedarían más puertas por cerrar. Pero no hice nada contra ello y ahora no tenía ninguna salida. Mi vida dependía de lo que hubiera detrás de esa puerta.

Valeria


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